INFORME DEL INTELECTO. LA FUNCIÓN REINA DEL ESPACIO

23.04.2020 09:48

«El Espacio Infinito es como Dios: No se crea ni se destruye, siendo intangible. Está en la partícula, el mineral, el vegetal, el animal, el hombre, el extraterrestre, la materia, la onda, la energía, el fantasma y el astro…».

¿Por qué se atribuye omnipresencia y omnisapiencia a Dios? ¿Está su Ser en todas partes? ¿Por qué a su Psique no se le escapa cosa alguna? En este artículo examinaremos las ideas sobre la astucia divina...

   Para tratar de responder estas sempiternas cuestiones ilustraremos colocando a la palestra la siguiente situación, facilitando, de este modo, el sencillo ejemplo de una persona hipotética conocida como Luis. Evidentemente, este señor tiene una mente limitada por su cajuela craneal. Ahora bien, es posible que cuando concluya su vida su voluntad ya no se encuentre confinada a ese punto llamado “cerebro”. Ese sería el caso de Dios: Una conciencia sin fronteras físicas. ¿Y dónde se ubicaría esta mente? Pues, en cualquier sitio. O sea, en el Infinito, el Espacio. En todo, absolutamente todo el Espacio. En suma: Habría una conciencia ilimitada que se confundiría con el Espacio o se solaparía en Él. Es decir, imaginemos una mentalidad sin cráneo, sin barreras, sin ninguna clase de “pared” o nada que la detenga, esa mente sería puro Espacio. Otra forma de formular estos postulados es sugiriendo que la Conciencia Universal tiene su asiento en el Cosmos o, mejor dicho, el Espacio es la cabeza de la Mente Infinita (Dios).     

   Igualmente, podemos aseverar que la Conciencia Espacial es aquella que no se halla circunscrita a un solo punto particular del Espacio, sino que está distribuida uniformemente por Él, por lo tanto es Dios, y de esta manera, Dios sería el propio Espacio.

   Y ya que mencionamos al Espacio. ¿Cómo es? Muchos lo ven como el vacío, la nada, la cual, por definición, es la impugnación de la realidad (un exabrupto, pues negar el Espacio es equivalente a rechazar la existencia del Universo). Pero, efectivamente, ¿será así? Para el Inconsciente es inadmisible la negación (si a usted se le ordenara «no veas al suelo», es lo primero que instintivamente haría), por ende, un “Espacio vacío” nos trae repulsa. Asumir la nada tiene su correspondencia con la suposición de la creación, sobre todo por medio de un solo acto. Es la difícil tesis del nacimiento del Universo, la cual alguna vez puso en tela de juicio Lyndon H. LaRouche, Jr en su escrito El Poder de la Razón. ¿”Creemos” que algo semejante a la “Divinidad” fue el responsable de “crear” de la “nada”? (por cierto, por supuesto que no). Esto equivale a concebir la aplicación de una fuerza externa sobre el Universo (¿cómo puede haber una fuerza ajena al Todo?). LaRouche, con su Poder de la Razón (página 25 de la obra publicada en Washington, EE.UU, en 1.989 por Executive Intelligence Review), y Francisco Aniceto Lugo, con El Hombre ante el Universo (página 22 de su obra publicada en Barcelona, España, el 7 de Abril de 1.960 por Exclusivas Ferma), lo denominan como el Deus ex Machina (Dios fuera de la Máquina del Universo, o sea, una Deidad exterior al Cosmos). En pocas palabras, un dios que “pone su mano” o “da un manotazo” para crear con un solo acto es un dios divorciado de su mundo, de sus criaturas o es un ser separado de sí mismo (algo inaudito). El Espacio es el Ser Perfecto Integro porque es ∞ (infinito), nada se le escapa.   

   Nada, absolutamente nada, está fuera del Espacio (es ilógico pensar que un astro se halla fuera del Espacio), ni siquiera Dios. Al ser divino el Espacio no pudo haber principio; por tanto, no hay creación (lo que tenemos es una constante o perenne formación de objetos celestes). De hecho, la nada no existe, se parte de algo eterno (el Espacio está constituido de un sinnúmero de partículas). Lugo afirma que la nada es una “abstracción mental” (página 27 de El Hombre ante el Universo). La nada es la existencia de lo que no existe (un total contrasentido). Para el Filósofo Aristóteles si Dios estuviese fuera de la Naturaleza (Cósmica) sería nada; no representaría nada para el Universo… No puede separarse de la Madre Naturaleza entre otros motivos porque son la misma cosa.    

   El desarrollo del concepto de Espacio es simple y llanamente una sustancia homogénea, donde la constante universal es la inteligencia. En comparación a la Vastedad, un objeto celeste es una discontinuidad, una irregularidad, una anormalidad. Precisamente, para el Espacio un astro es algo “puntual”.

   No obstante, dirijamos la atención al asunto de la omnisapiencia de Dios o el Espacio. En rigor, los conceptos de omnisapiencia y omnipresencia están íntimamente relacionados… El Espacio es omnisciente porque es omnipresente.

   Cuando consideramos el mundo matemático de las estadísticas se expone, verbigracia, la existencia de un universo compuesto de “n posibilidades”. Sin embargo, no estamos hablando de un universo más de posibilidades… Estamos hablando del Universo. Así, afirmamos que el Espacio se constituye en el ente omnisciente, omnisapiente, Todo lo Sabe, pues es el Universo que comprende el Infinito () número de astros (Dios). Al nombrar la palabra “comprende” nos referimos a sus dos acepciones: Primera, el Espacio abarca la totalidad de cuerpos celestiales. Y segunda, el Espacio tiene conocimiento de cada objeto astral en su infinidad cósmica. 

   Este tópico de la “mente ubicua” ha sido abordado siempre. Así, Peggy Phoenix Dubro y David P. Lapierre en la página 57 de su texto Entramados de Conciencia. Evolución Multidimensional (editado en Málaga, España, por Vesica Piscis en 2.011) citan a Nikola Tesla: El Intelecto está en cualquier nodo del Espacio.

   Actualmente, contamos con destacados proponentes de la Inteligencia Cósmica. Ervin László es uno de ellos. Él arguye que no nos conformemos con los clásicos campos magnéticos, eléctricos, gravitacionales y similares. Para ello, sostiene la fantástica posibilidad de un campo de información (“el Campo-A”) en el Espacio, enteramente natural. Se trata, literalmente, de conocimiento impreso en el Vacío Cuántico (el Espacio). En este sentido, aunque parezca difícil de creer, el Espacio tendría grabado información; presentaría una indudable marca o una huella intelectiva; incluso ésta sería un vestigio sustancial. Esto quiere decir que si tuviéramos una percepción especial, digamos extrasensorial, los conocimientos o los pensamientos que flotan en el Espacio serían hasta cierto punto de índole físico, o lo que es lo mismo, corpóreos. En realidad, las ideas son corporales o tienen algún tipo de contenido material, aunque sutil  (otra cosa es que en el estado corriente de ondas cerebrales beta no nos percatemos de la corporalidad de las ideas).

   De todas maneras, siempre se ha hablado de ello. A este “campo mental” se le conocía en la antigua India como el Akasha, el Éter o el  Cielo. Esto evoca el concepto de los archivos akásicos, suerte de biblioteca etérea: El Cielo tiene una Memoria Universal, de la cual es posible extraer información (como un cd cósmico pero con vida propia).      

   Continuando con este apartado del pensamiento, podemos registrar la existencia de poderes superiores al de las fuerzas naturales. Por ejemplo, la inteligencia puede imponerse a la fuerza fundamental de la gravedad (telequinesis). En este sentido, se ha reportado la acción mental de personas sin necesidad del contacto físico; es nada menos ni nada más que “obrar a distancia”. Se llama psicoquinesis: De esta manera, hay gente que con sólo el empleo de su voluntad genera calor, luz, electricidad, magnetismo y movimiento en un punto sin apenas tocarlo.

   Así mismo, contamos con otro poderoso indicativo de la Inteligencia Cósmica. De este modo, los Profesores de Física David Halliday y Robert Resnick, en la página 1.645 de su texto universitario Física. Parte II (editado en Méjico durante marzo de 1.976 por la Compañía Editorial Continental, S.A), señalan esta aguda observación hecha en 1.924 por el Príncipe galo Louis Víctor de Broglie (premio Nobel de Física de 1.929 por su hallazgo de la naturaleza ondular de los electrones): La Naturaleza es simétrica (¿cómo explicar la simetría de una hoja, la redondez de una estrella o la hermosa estampa curvilínea de una galaxia?; ¿acaso la incertidumbre, el azar, la entropía o el caos son las respuestas pertinentes?; ¿cómo justificar este patrón inteligente en las formas físicas?). Ello sugiere la actuación de una inteligencia subyacente en la Naturaleza (el Cosmos). Así que, después de todo, hay una “mano invisible” (el Espacio, para nosotros, intangible) detrás de los fenómenos naturales, una fuerza desconocida. La Naturaleza (el Espacio) es inteligente. Es lo que en la jerga pública calificamos de “Dios”. La Mente Celeste o el Cielo Pensante es el autor del “Diseño Inteligente” presente en el Cosmos.  

   Un tercer elemento de convicción que podemos ofrecer sobre la realidad mental del Cosmos es que éste es inimaginable. Sobrecoge nuestros cerebros, por consiguiente, el Universo posee una faceta intelectual, cuya naturaleza es netamente imaginativa (irracional, o lo que es lo mismo, es una hiper-razón). A nadie le cabe en su cabeza la vastedad del Espacio, la cantidad innumerable de cuerpos celestes en su seno, el tamaño de los astros (caso de un agujero negro supermasivo, cuya masa es de millones de veces la del Sol) y su extrañeza intrínseca. Si nos cuesta visualizar la extensión del océano, ¿qué quedará de las dimensiones de nuestra estrella?; mucho menos imaginable es el tamañón de una galaxia. Añadan a este repertorio que nuestros ojos apenas captan una pequeña sección del espectro electromagnético.

   En general, la gente olvida estos limitantes para el estudio del Universo: Nuestros sentidos, nuestro instrumental de observación (los telescopios) y nuestros cerebros (todos, de alcance finito). Al respecto, pasemos revista a algunos comentarios del Científico Francisco Aniceto Lugo para ilustrar  nuestra “miopía cósmica”: El Universo es infinito espacial y temporalmente, haciendo inadmisible la conceptualización de la limitación del espacio o del tiempo. (páginas 22-23 de su documento El Hombre ante el Universo). La mayor parte de los fenómenos del Universo superan la comprensión humana, nuestra capacidad fisiopsíquica nunca podrá entenderlos (página 25 de El Hombre ante el Universo). Estas opiniones de Lugo deben ser tomadas en consideración debido a que era un hombre experto en la investigación sobre la mente, pues era un Psicólogo.

   Con toda seguridad debe haber objetos inverosímiles en el profundo Espacio sagrado. Por eso, Lugo anota que si unos cosmonautas recorrieran distancias increíbles podrían conseguir cuerpos inimaginables (página 38 de El Hombre ante el Universo). ¿Podría tener razón el de Venezuela? Como siempre, las posibilidades están abiertas: De allí, surge la Teoría de los Ceróides. Según Brad Steiger los Ceróides son unos seres de energía pura, que pueden cambiar de forma y de tamaño a voluntad y, por supuesto, se hacen invisibles. De gran inteligencia, tendrían varios miles de millones de años y recorrerían al Cosmos en todas direcciones. Serían los responsables de las apariciones de los ovnis. Muestran unas dimensiones galácticas (son, pues, astros, aunque sensacionalmente intelectivos, lo cual indicaría que son astros desconocidos).

   Pero, limitémonos a citar a quienes los han investigado: La información aparece en un artículo bautizado como «Ovnis pueden ser organismos vivos. Nuevas investigaciones llenan al Mundo de asombro», el cual fue publicado por la revista Cábala, número 62, del 10 de Septiembre de 1.981 (cuya editorial es AHORA, S.A). Las páginas 53-54 expresan «esta tesis tiene muchos seguidores entre los Físicos que se ocupan de la Ufología (estudio de los ovnis) así como entre un gran número de investigadores de todas las disciplinas.

   La tesis de los Ceróides es defendida por investigadores mundialmente conocidos como el PhD Franklin Russel, Físico Nuclear, consejero de la Nasa y gran especialista norteamericano de la vida extraterrestre.

   «Existen numerosos elementos de una evidencia científica, de que tales formas de vida existen. Esos Ceróides son unas criaturas inteligentes capaces de sobrevivir en el vacío espacial. ¿Por qué no podrían ellas aparecer y desaparecer según su voluntad, cambiar de forma y de talla si lo desean?».   

   Según el Físico Nuclear, en efecto, están constituidos de energía pura. Conocemos mal las formas últimas de la energía. Y sin lugar a dudas, el misterio de la inteligencia y de la potencia o del poder está contenido en ellas.

   «Se pueden volver completamente invisibles, pasar en un instante de lo infinitamente pequeño a lo infinitamente grande, cambiar de dimensión, recorrer distancias infinitas».

   Un especialista sobre lo paranormal, John White, antiguo Director del Instituto Noético de Palo Alto, fundado por el Astronauta Edgar Mitchell, se ha ocupado durante varios años del caso y del fenómeno Ceróide.

   «Hay una cantidad de evidencias que demuestran que esas criaturas existen. Han sido detectadas por aparatos electromagnéticos sensibles, cuando nada era perceptible a simple vista.     

   También han sido detectados por los radares de la Fuerza Aérea de los EE.UU. De eso tenemos pruebas…».  

   Otro especialista acerca de ese tipo de trabajos, el PhD Richard Toronto, asegura que desde hace 5 años, se han tomado por lo menos 25 fotografías que demuestran la existencia de esos gigantes galácticos, que se presentan de las formas más insospechadas.

   «Esas fotografías, obtenidas con la ayuda de un material especial, nunca han sido publicadas».

   Es una extraña teoría esa de los Ceróides… La explicación toma en cuenta, hay que reconocerlo, fenómenos de todos los tipos».   

   Probablemente, estas cuestiones le den cierta validez a la Filosofía Idealista cuando sostiene  que la imaginación (esto es, la mente) sería la realidad última o la causa primera (página 53 de El Hombre ante el Universo).

   Igualmente, los Filósofos griegos postulan el concepto de El Logos, la Lógica, el Dios Razón (en nuestro caso sería la Supra-Razón, el Espacio). Uno de los más destacados de ellos, es el Sabio Aristóteles. Él hace hincapié en el rol que juega la Filosofía. Ciencia que busca la causa de los fenómenos, del Mundo, pues (el  por qué del Cosmos). ¿Y quién es el responsable? La respuesta sería el Ente, el Ser, la Deidad. Por eso, la Filosofía es la Ciencia que estudia a Dios (es la ciencia divina por antonomasia). Sólo por el conocimiento se llega a Él. Quien conoce al Ser conoce a su naturaleza divina viviendo en su humanidad. El Saber diviniza al mortal. El Sabio forma parte del Pensamiento Divinal. El conocimiento es divino (el conocimiento es el Rey Cósmico). La Filosofía se justifica sólo por sí misma; es la ciencia cuyo dueño es Dios (palabras de Aristóteles extractadas de su “Metafísica”). En fin, Dios trabaja con el Sabio. A través de él razona. Por ello, Carl Sagan alguna vez comentó que somos el medio por el cual el Universo se conoce a sí mismo. Pero volviendo a Aristóteles, él aduce que el pensamiento posee (como ya explicamos) algún contenido. En cuanto al pensamiento divino éste es constante. El Ser (“Dios”) es un ente fijo que con su pensar eterno da forma a las cosas, mueve al Mundo y garantiza el accionar del Universo.    

   La Sabiduría (el dios aristotélico) no se ofende, no condena, ni es religiosa: La realidad constituida por ideas (Dios o, lo que es lo mismo, el Espacio) está casada con la esfera sensible o física (la Naturaleza). Como ya se expuso, el Pensamiento (el Espíritu o Dios) uno es con la Naturaleza.

   Por ello, la inteligencia es una función del Espacio. Es la fuerza generatriz del Cosmos o Deidad Espacial. Dios (el Espacio) al aceptar (por su Voluntad o Mente) la vida de un astro, lo “crea” en sí (entiéndase, en su extensión). Empero, surge la pregunta del millón. ¿Cómo “crea” el Espacio divino? Una buena aproximación que responda a esta interrogante sería que la infinitud espacial crea, literalmente, con el poder de su imaginación. Veamos…

   Desarrollemos el argumento defensor de la creación vía poder intelectivo: Leónidas Rodríguez Salazar en la página 73 del libro Los Hijos de los Dioses. Una Enseñanza Olvidada. Nuestro Origen es, pues, Celestial (editado en Caracas, Venezuela, durante octubre de 1.985 por Talleres Litográficos de Impresos Omar) recoge la sabiduría pretérita de Hermes (Toth), quien señala que los planetas y las estrellas son pensamientos de Dios. ¿El Sol una idea? Nuestro planeta rocoso otro pensamiento? ¿Cómo puede ser? Para entender este misterio debemos aclarar el significado del término “idea”: Apariencia, forma o figura. ¿Y qué es un cuerpo? Justamente, una figura. Ni más ni menos… Esa es la razón por la cual a nuestro mundo (planeta Tierra) se le llama maya, esto es, ilusión (imagen, forma, figura). Y ya sabemos que toda ilusión se caracteriza por ser pasajera (en contraposición con el Espacio, la entidad inmortal).

   Mas, habrá gente preguntándose sobre la pertinencia de la teoría del mundo idealista, esto es, la posibilidad de cuerpos moldeados con la mente. ¿Tendrá algún resquicio de verdad o son habladurías? La respuesta la podría dar un tal Juan García Atienza en su artículo El Golem: Hombre Mágico creado por la Verdad, el cual fue publicado por la revista venezolana Cábala, número 59, del 30 de Julio de 1.981 (cuya editorial es AHORA S.A). En las páginas 25-26 de la referida publicación criolla el de España hace mención sobre «ciertos prodigios realizados por los lamas iniciados del Tíbet que, al parecer, llegan a ser capaces de materializar literalmente ciertos pensamientos en forma de objetos, y seres perfectos reales. Me refiero a los “tulkus” (proyecciones de objetos), y a los “tulpas” (proyecciones de seres humanos), de que hablan de sus relatos viajeros tan conscientes como Alexandra David-Neel o Nicolás Roerich. La tradición ocultista da cuenta, igualmente, de poderes semejantes en los sacerdotes del antiguo Egipto, en gurús de la India y en magos iniciados del Méjico precolombino (Cábala  añade a la Atlántida y Lemuria como sitios donde también se realizaban estas prácticas iniciáticas). El proceso, en todos los casos, aparece como lógica consecuencia de la iniciación adquirida, como un poder propio de los hombres que, a través de la práctica estática, han superado (y vencido ampliamente) las estrechas leyes físicas. Por otro lado, está patente la idea de que un hombre capaz de crear una forma viviente, por imperfecta que sea, toma eventualmente el papel que la religión sólo puede conceder a la Divinidad». Aquí debemos hacer una aclaración: Realmente, Todo es Dios: El mineral, el vegetal, el animal, el humano (teniendo en mente la materia abordada aquí, pregúntese si su persona es un pensamiento de Dios. Si considera su respuesta positiva, entonces por el sólo hecho de salir de la Deidad, ello significa que usted es Dios), el espectro, el Espacio… Todo es 1, por la Ley de Unidad del Mundo Natural, nada se sustrae de la Naturaleza (el Universo) ni siquiera la Deidad. La Unicidad de la Realidad o la Unidad de la Naturaleza es un hecho harto conocido y reconocido por los hombres de ciencia (ley fundamental del campo científico).

   Otra fuente que apoya la hipótesis de la creación de entes la constituye Dion Fortune. En su Cábala Mística dejó asentado que un mago (aquí marcamos la cuestión de acuerdo a la cual la palabra imaginación es virtualmente sinónimo de magia; es mediante “el poder intelectivo” que se producen “los milagros”) forma una imagen astral en el Universo por medio de una operación mágica (mental). Estaapariciónposee, sin duda alguna, un cuerpo. Es pues, una especie de astro diminuto en el Cosmos, otra cosa es que sea una sustancia de naturaleza etérea, fantasmal  (con muy poca masa).

   Prosigamos con este temilla: El sapientísimo Francisco Aniceto Lugo en la página 93 de su última y quizás mejor obra, Magia Superior Creadora, prologada ni más ni menos que por Andreas Faber-Kaiser (editada en Barcelona,  España, durante enero de 1.980 por Bausili Industria Gráfica), hace esta brillante observación: El hombre puede crear criaturas mágicas (tulpas, “espectros” o “fantasmas”) pero nunca astros, solo Dios (la Esencia Increada, el Espacio).      

   Llegados a este punto, despuntemos esta acotación relevante: Cierto tipo de hombre, preparado, podría crear un solo ente de corta vida, etéreo y del tamaño de un ser biológico. En cambio, la inteligencia infinita del Espacio pleno (no la nada) crea infinidades de entes eternos, densos y de dimensiones galácticas (caso de los cúmulos y filamentos galácticos, que como sus propios nombres lo indican, son grupos de masivas cantidades de galaxias). Reiteramos: La Creación Cósmica es prerrogativa exclusiva del Señor, del Señor Espacio.

   En definitiva: La Mente Divina abarca todo el Espacio, formando ambos la Unidad Infinita. Por lo tanto, todo pensamiento suyo está dentro de su inconmensurable inmensidad. En otros términos, todo ser del Cosmos es sagrado: Todo ente en el Universo es Dios por formar parte de Éste (recordad el hecho de acuerdo al cual un sujeto no puede estar fuera del Espacio es equivalente a decir que una idea de Dios no puede escapar de Él). No existe una cosa como el “Espacio Exterior”, Espacio solo hay uno (1), siendo todo lo que se encuentra dentro de Él expresiones burdas de su Ser.

   Precisamente, Lugo se encarga de acabar con el cuentete del “espacio vacío” o, como nosotros diríamos, el “espacio vaciado”. Así que, citemos por enésima vez al científico venezolano. En las páginas 78-79 de su excelso volumen Humanoides en la Tierra (editado por la Librería El Nacional, de Caracas, Venezuela) define a la Esencia Increada como una sustancia cósmica (siendo el Universo infinito mismo), la cual se caracteriza por ser psíquica, emanativa, sutil, inaprehensible, imponderable, informe, energética, ondular, palangenésica e incognoscible. Salta a la vista que el Espacio es la Esencia Increada ─El Cielo o el Espacio no se crea ni se destruye como si ocurre, verbigracia, con los aludidos astros─ pero puede también denominarse Dios. Además, por si fuera poca cosa es LA FUENTE (el Espacio es la impresora 3D por excelencia).

   El autor de Humanoides en la Tierra  (páginas 109-111) asevera la situación de un marco mental pobre por la aceptación de premisas falsas. Siempre ha sido así: Por ejemplo, antaño creíamos que nuestro planetilla no podía ser redondo puesto que habría regiones donde las personas estarían con la cabeza abajo. ¡Casi nada! Así, vemos la existencia de un pesado lastre en el ideario colectivo, es como un enorme obstáculo a la evolución del conocimiento humano. En este sentido, nuestra mentalidad no es holística porque está acostumbrada a este par de prejuicios: 1. El Espacio es un vacío. 2. Sólo hay vida aquí, en nuestro globo terráqueo. Empero, la realidad puede ser distinta… El Espacio se constituiría en un tipo de sustancia (aunque de naturaleza desconocida) y la vida sería un fenómeno universal (estando presente desde el mineral hasta seres como nosotros e incluso más allá). Ahora, procedamos a analizar las implicaciones de este discurso del PhD Lugo. La concepción de un espacio vacío favorece la percepción de que uno está solo y es independiente de los demás. En cuanto a la creencia según la cual somos únicos en el Cosmos, produce el mito del hombre como rey de la creación  (y por lo tanto con derecho a cargarse hasta a la Pachamama, la Madre Tierra). En contraste, cuando tomamos conciencia de la posibilidad de distintos niveles de existencia en todas las formas de materia y energía (esto es, en el fondo todo es inteligente, tiene algún grado de conciencia), formando parte integral de una Unidad Ilimitada que opera como un organismo (el Espacio-pleno, real y no el espacio-vacío o el espacio-nada), entendemos que debemos guardar armonía con todo lo que nos rodea, pues hay una relación de causa-efecto derivada de nuestras acciones.

   Esta es la proposición: La posibilidad de existencia de un psiquismo implícito en la extensión cósmica, con un modo de proceder eminentemente incluyente, pues sería la totalidad misma.

   La Verdad es… La Realidad… El Intelecto… Dios… La Totalidad… El ∞… El Universo… El Espacio.

   Efectivamente, en el Espacio (otrora Cielo) no hay arriba o abajo… E incluso, no hay derecha ni izquierda que valga… Dios no vive en el Paraíso… No está por allá… Por allá… Por allá… En el más allá… Dios no está en el Cielo y éste no está encima de nosotros… Dios es el Cielo (el Espacio), llenando y rodeando nuestra humanidad. Nunca nos ha abandonado. No señor. El Señor es la Totalidad unificada con sus manifestaciones físicas. El Infinito Natural (el Espacio) vive sus creaciones. En verdad no existe la separación… Sus “partes” son sus células. Vivifica a Todo, pues el Todo. Es la Integridad, la Integridad en persona. El Espacio divinal es el factor común en la Naturaleza, constituyéndose en la encarnación del Amor. Dios es nuestro sueño… Cuando soñamos, soñamos en Él (El Inconsciente, el Espacio-Totalidad). El Cielo se expresa.

Palabras vinculadas al Espacio: Panteísmo, Sistema, Ambiente, Realidad, Totalidad, Infinito, Naturaleza, Individuo, Existencia, Entidad, Organismo, Energía, Potencia, Fuerza, Espíritu, Amor, el Ser, Mónada, Uno (1), Mente, Mente Universal, Inteligencia, Inteligencia Cósmica, Conciencia, Conciencia del Absoluto, Esencia, Sustancia, Fluido, Éter, Dios, Cielo, Firmamento, Cosmos, Universo, Multiverso, Metaverso, Pluriverso, Poliverso, Ultraverso, Totalverso, Todoverso, Panverso, Espacio Exterior, Vacío Cuántico, Superespacio, Hiperespacio.

Temáticas tratadas: Teología, Esoterismo, Matemática, Física, Cosmología, Filosofía, Ufología.

 

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