Concepción acerca de la Divinidad de Francisco Aniceto Lugo
Algunos piensan que Dios es un dios personal que posee nariz y piernas, o sea, todo lo que tenemos nosotros, porque el texto bíblico afirma que el hombre fue creado a imagen de la Divinidad, pero en realidad debe interpretarse que el hombre fue hecho a imagen de Dios en el sentido de que tenemos las cualidades espirituales que Él tiene, pero en mucho menor grado. Por ejemplo, la Mente Cósmica, que podríamos llamar Dios. Uno tiene contacto con ella puesto que la mente específica que uno posee es parte de la Mente Cósmica. Entonces lo que existe es una esencia increada. Esta esencia increada es lo que puede denominarse Dios y de Él procede todo y a Él todo regresa y el Cosmos es una emanación de ello, no propiamente una creación. Todo lo que se llame creación tiene que ser obra de Dios, de la Esencia Increada, pero no es que Dios ha moldeado las cosas con las manos ni nada de eso. Expliquémoslo mejor desde el punto de vista filosófico: Existe una sustancia en el universo inaprehensible por los sentidos y por nuestros instrumentos, por consiguiente es imponderable, tampoco posee límites. Puesto que no tiene límites, es informe, porque solamente las cosas limitadas pueden presentar forma. Ahora, esta es una sustancia sutilísima y esto es lo que es realmente el Espacio, no el espacio geométrico desde luego, o la extensión, que es mensurable, sino el Espacio-Sustancia, o, la Energía en su más alta expresión.
El Espacio no es un sitio que ocupan los cuerpos, como suele afirmarse en Física y Geometría, no, es una sustancia sutilísima y es la fuente de todo; si quiere llamar a ese Espacio Dios, llámelo, pero de Él viene todo como emanación y a Él retorna todo, en una soberbia palingenesia. Todo se disuelve en Él. Esta sustancia es de carácter ondular, o sea, es vibrátil, es pura vibración; luego las vibraciones están allí, desde la eternidad y son infinitas en el Espacio mismo desde que Él es el representante más caracterizado, o Ella, porque se trata de una sustancia.
Esta sustancia infinita se manifiesta y entonces tenemos todos los astros, al humano, en fin todos los seres de lo que se denomina creación o evolución. Hallamos en las doctrinas más importantes, religiosas o filosóficas existentes, la Doctrina de la Emanación, que es mejor que la correspondiente a la de la Creación. La creación supone un Creador, una Entidad que está haciendo cosas allí y en la Emanación no: Lo que emana es parte integrante de lo que podríamos denominar Dios. Debo decirles que en los documentos bíblicos hay pasajes relativos a esa emanación, pero no sé por qué los sacerdotes jamás mencionan tal asunto.
En otras religiones de relevancia y en bastantes filosofías se halla esta Doctrina de la Emanación; luego, se trata de una cosa que emana, que surge de esa sustancia que podríamos denominar “Sustancia X” porque es desconocida para nosotros; además, nuestra mente no está capacitada para entender la Mente Universal. Esto es imposible. Entonces apenas podemos intuirla. Esta sustancia universal, el Espacio Sustancial, la Esencia Increada, es la que produce toda esta manifestación que estamos viviendo nosotros: El Universo y todos sus fenómenos.
Palabras de Francisco Aniceto Lugo dadas en el Icife el 5 de Junio de 1.976.
NOTA ÚNICA: De acuerdo a Francisco Aniceto Lugo el Espacio es una «sustancia sutilísima» (algo así como el agua del mar, pero a diferencia de ésta última, no lo podemos “tocar”, “palpar” o medir con nuestros instrumentos), cuestión que comparte con la teoría de la Relatividad. Pero hasta aquí las coincidencias con Albert Einstein. Einstein concebía un Universo finito (el cual tuvo un inicio, el Big Bang, y es limitado espacialmente). El Cosmos de Lugo es infinito tanto espacial como temporalmente, afirmación más acorde con ciertos hechos: Los «supuestos bordes» del Espacio Sideral que observamos con nuestros potentísimos telescopios no son más que meros espejismos (en realidad, no vemos los límites del Espacio Exterior, lo que ocurre es que hasta allí llega la visión o el alcance de nuestros aparatajes); la pretendida expansión del Cosmos no es sino explosiones del mismo y el argumento de la finitud espacial del Universo es sustentar la falsa premisa de la «existencia de la nada», un total sin sentido. Para Lugo este Espacio Sustancial sería Dios y tiene lógica, filosóficamente hablando: Si la Mente Universal (Dios) está en todo o todo existe dentro de Dios, por consiguiente, siendo la Divinidad Infinita, y estando el Espacio Exterior dentro de la Deidad, debemos inferir que dicho Espacio es infinito en tiempo (es eterno, siempre ha estado allí) y en dimensiones espaciales (es una locura sentenciar que el Espacio tiene bordes o límites tal como sostienen muchos Físicos). Si el Mundo Sideral es eterno esto quiere decir que es insensato hablar de un Creador. Además, en la visión de Lugo del Cosmos, las energías, los objetos y los seres vivos son aspectos del Espacio, esto es, todo lo que está en el Espacio Exterior es parte de Él, surge de Él, mejor dicho, es Él. Vea el asunto de la siguiente manera: A través de un simple ejemplo, la aparición de un planeta. Es un accidente o un aspecto singular del Espacio mismo, pues éste es lo más abundante en el Universo. La “vida” del planeta forma parte de un largo proceso de transformación, el cual se inicia con su aparición y termina con su destrucción. Un planeta es un cuerpo con forma y como tal, tiene límites. Por ende, no podemos hablar propiamente de la creación del planeta, sino de que se “formó” en el Universo. Debemos concluir, por tanto, de que no existe un Creador, sino un Formador (cuando se forma del Cosmos un objeto) u Organizador (cuando surge un cuerpo físico su estadía limitada en esa forma implica formar parte de la transformación perenne de nuestro Mundo Sideral). Crear significa que «algo sale de la nada» y por lo que hemos visto «la nada no existe» (el vacío es inexistente, un Universo sin tiempo ni espacio, limitado, es una idea verdaderamente traída de los cabellos). Esta es un argumentación poderosa, sobre todo si viene de un gran Filósofo como lo es Lugo. Ahora bien, si leemos esa sensacional pieza literaria –tanto por su volumen como por su calidad informativa– que constituye El Hombre ante el Universo (escrito con contenido filosófico y, sobre todo, científico, extremadamente herético), nos detendremos en las siguientes interesantes consideraciones: A. Debemos pensar en el Cosmos en términos de infinitud (o sea, que es infinito tanto espacial como temporalmente), no podemos concebir al mismo de otro modo. B. Hay una fuerza o energía vital natural, divina, que impulsa la vida. C. La vida es una gradación que va desde los minerales, pasando por los vegetales, siguiendo con los animales, hasta llegar al hombre. Estos cuatro tipos de seres vivientes forman parte de la Mente Universal, es decir, de Dios.